Aprender de nuestra historia

--------La historia nos da lecciones. Lecciones que, según parece, nunca supimos aprender del todo. Los argentinos hemos tropezado ya varias veces con las mismas piedras, sin darnos cuenta de que esas piedras ya estuvieron alguna vez en nuestro camino, quizá con otro color o con otra forma, pero siendo siempre las mismas piedras.
--------Normalmente volvemos a caer en situaciones que marcan en nosotros una especie de dejá-vú histórico: tenemos la rara sensación de que lo que vivimos ahora ya pasó alguna vez en nuestra historia y nos cuesta encontrar aquel preciso momento.
--------Pero, ¿por qué nos cuesta tanto aprender de nuestros errores?. ¿Podríamos decir que nos falta aprender nuestra propia historia?. No lo creo así. Es notable el interés que han mostrado los argentinos este último tiempo por aprender su propia historia, llegando al punto de que los libros más vendidos de los últimos años están escritos por un profesor que, entre otras investigaciones, recorre los “mitos” del pasado argentino. Tampoco podemos dejar de lado la labor de todos los historiadores y politólogos que estudian incansablemente nuestro pasado desde las universidades, los centros de investigación, las entidades trasnacionales o en su ámbito privado. Ellos conocen muy bien nuestra historia. Y se preocupan por que nosotros la conozcamos.
--------¿Será entonces el modo como encaramos nuestra realidad el que no nos deja ser precavidos frente a las piedras conocidas que vienen en nuestro camino?. Probablemente. Los 90´ hicieron de los argentinos una sociedad totalmente despolitizada, despreocupada por la cosa pública, recluida a su vida privada – al televisor desde el cual mira la realidad –, sin lealtades o compromisos ideológico-partidarios e interesada sólo por su bienestar económico. Dice Juan Pablo Feinmann que los argentinos que salieron a la calle en 2001 –demostrando que era posible intervenir exitosamente en la política en defensa de los intereses del pueblo – se encerraron nuevamente en sus casas luego de ver solucionados sus problemas económicos. ¿Es que intervenimos en la cosa pública sólo cuando nos tocan el bolsillo?. Efectivamente. El argentino no se inmiscuye en la política con el noble ideal de hacer el bien para sus conciudadanos. Busca satisfacer sus intereses – ya sean estos económicos, de poder, de fama o de redención personal – a través de la gestión pública. Esto explica, en parte, por qué estamos como estamos y por qué volvemos a caer en errores ya cometidos.
--------Sobreponiendo intereses personales al bien común de la Nación nunca llegaremos a nada. Haciendo política en estas condiciones a veces cabe preguntarse si no tendríamos que estar peor de lo que estamos. Ahí es cuando algunos esgrimen respuestas míticas tales como “Dios es argentino, y siempre nos salva”. ¿Hasta cuándo vamos a seguir pensando que las cosas van a caer del cielo y que todo está a nuestro favor?. Es una excusa barata para nuestra falta de compromiso y participación en la cosa de todos. “La culpa es de los políticos, que son todos chorros” suele escucharse por ahí. ¿Nunca se nos ocurrió pensar que a esos políticos los pusimos nosotros ahí y que en vez de criticarlos deberíamos desplazarlos y ocupar nosotros sus lugares?.
--------La historia sigue su curso y el modo de construirla a nuestro favor es con compromiso y acción, teniendo siempre como ejemplo las piedras con las que tropezamos. Se dice que en Chile se tuvo en cuenta el pasado de la dictadura para mejorarlo y construir una sociedad nueva que no volviera a caer en esos errores. Los argentinos, en cambio, buscamos ocultar lo que nos sucedió en el pasado, olvidar y empezar de nuevo. Quizás este “borrón y cuenta nueva” sea otra característica nuestra que no nos deja mirar para atrás y aprender de lo que nos pasó. El pasado se muestra muchas veces oscuro y confuso, pero olvidar no es la forma en la que debemos encararlo.
--------Algún día aprenderemos que para mirar sabiamente al futuro y construir el presente necesitamos tener bien aprendido el pasado. Dice Paulo Coelho: “Todo cuanto es hecho en el presente afecta al futuro como consecuencia y al pasado como redención”. Ojalá los argentinos nos demos cuenta pronto de que no sirve de nada olvidar el pasado y reprimir nuestros recuerdos. Necesitamos recordar nuestra historia para redimirla con nuestro quehacer en el presente.