ELEGIDORES Y ELEGIDOS
Miniseries
14 de Diciembre de 2009 | 9:28 am
Elegidores y Elegidos
LA COMPLEJIDAD CULTURAL DEL ANTIKIRCHNERISMO (IV): Kirchner prefiere a Macri como modelo opositor. “Cuando bajas de tu pedestal
dejas de resultar interesante”.
Sir Alfred Douglas a Oscar Wilde,
en “De Profundis”, de Wilde
Hay que invertir en Kirchner -sostiene la Garganta. Las acciones están por el piso. Peor que baratas. Regaladas.
Hoy lo impugnan, a Kirchner, muchos Cobos. Magnetto, Solá, los Duhalde.
Se le anima, en la desgracia, hasta “Ay Pepito” (cliquear). Es el hermanito de Scioli.
O Majul, incluso González Oro. En las postrimerías de la decadencia, se le despega también la señora Oyanarte.
En cualquier momento nadie podrá asombrarse si De Vido toma distancias. O hace toma -en la metafórica Bolsa- de ganancias.
Resta aguardar las disidencias súbitas del Rudy. De Moyano. De Lázaro, Braga Menéndez, Gullo o Kunkel. El alejamiento crítico de Máximo.
Las acciones de Kirchner están tiradas. Algún especulador, en la Bolsa de Martel puede tentarse. Para aceptar la recomendación suicida de la Garganta. Y comprarlas. Si las aguanta, y Kirchner ilusoriamente se recupera, se reconcilia con la sociedad que le brinda la espalda, y evita la bancarrota, puede hacerse diferencia. En la Bolsa política. Un negoción.
Es el descenso encuestológico. El segundo subsuelo de la lona. El exacto pedestal del mal.
Al contrario de Oscar Wilde, para la Garganta, Kirchner se vuelve, en la caída, interesante.
Mantiene la iniciativa. Arbitra la competencia por confrontarlo.
Se despegan aquellos que pegajosamente supieron celebrarlo. Mientras tanto se le vienen, en bandada, los enemigos sistemáticamente acumulados.
Son adversarios entre sí, pero vienen, a degüello, por él. Agrandados por el impulso parlamentario. Por haberle proporcionado la segunda derrota.
El Elegidor hoy elige, también, con quién pelearse. Para privilegiarlo. Manera maquiavélica de administrar el poder ofensivamente considerable que le queda. Pero se le diluye.
Indagaciones
La indagación elemental facilita las conclusiones. Cobos dista de ser El Elegido para confrontarlo.
Se atenuaron las esmeriladas de los agraviadores sin red. Kirchneristas sin nada más para perder, los que sueltan palabras a canilla libre.
Cobos, el primero en las encuestas, le sirve, a Kirchner, como factor exclusivo de división.
La estrategia, menos que de permanencia, es de contención.
Para destruir a Cobos hay tiempo, certifica la Garganta.
La tarea de dilapidarlo es cedida a los radicales instrumentales.
Preferible es que la señora Carrió se encargue de masacrarlo a Cobos.
Carrió necesita que Kirchner le devuelva algún mandoble. ¿Qué le cuesta?
Segunda conclusión. Carrió tampoco es seleccionada para confrontar.
Como Cobos, Carrió dista de ser el enemigo privilegiado a construir.
Kirchner y Carrió en algo se asemejan. Sentencia de “Enemigos y enigmas” (cliquear).
Para construir, ambos -Kirchner y Carrió- primero tienen que destruir. Comparten el adversario común, Cobos.
La provincia inviable
Duhalde fue otro Elegidor. Kirchner fue El Elegido.
También Duhalde se esmera en el objetivo de polarizar. Sin mayor suerte.
Tercera consecuencia: tampoco Duhalde es El Elegido para la confrontación.
Aunque, respetablemente, el Elegidor de antaño -Duhalde-, se deslice, con sabiduría, en el territorio que a Kirchner le preocupa asegurarse. La provincia institucionalmente inviable de Buenos Aires. Donde abundan los minigobernadores que quieren, en defensa propia, despegarse.
Kirchner, El Elegido del 2003, permite que Duhalde, El Elegidor arrepentido, lo descalifique con intensa frecuencia. Lo demuela, junto a La Elegida.
Lo trate, popularmente, de loco. Sin ser retribuido, siquiera, con la gloria del menor adjetivo.
De sobra, Duhalde conoce el oficio mitológico de armador. Amontona, en la quinta de San Vicente, cantidades inquietantes de “cuadros” de la provincia inviable.
“Todos con fierros”, certifica la Garganta, experta en la civilización duhaldista. Con “gente que les responde”. De la Tercera y la Primera sección electoral.
Mantiene Duhalde, aparte, diálogo con los sustanciales minigobernadores. Rehenes de Kirchner. Junto a Scioli, el primer rehén, el Líder de la Línea Aire y Sol.
Scioli soporta, en la provincia inviable, la estampida de la malaria. Pero siempre va para adelante. Con fe, con esperanzas, firme en la defensa, a contrapierna, del Estado Social Activo. Le queda, tan solo, el recurso de la comprensión. Que Kirchner, El Elegidor, comprenda que la bancarrota, a esta altura, es inevitable. Que el kirchnerismo es una causa perdida. Para discutirla en el Portal de anticipación. Y que Scioli, en la venerable condición de Elegido, pase, de ser rehén, a ser continuador. Encargado de Negocios del desmoronamiento final.
El airesolismo, por los atributos de la fe, nunca se extingue.
Arquitectura de la derrota
Por los costados múltiples del peronismo, prospera la tesis que, en la desmesurada vocación de estadista, Duhalde emerge como el arquitecto que construye el peronismo de la derrota.
Para servirle el país, en bandeja, a Cobos.
A los efectos de erigirse en el opositor conveniente. Generador de las bases del gobierno de la Unidad Patriótica. La Moncloa no se le niega, como teoría, a nadie.
Argumento que se expande, en gran parte, gracias a los Rodríguez Saa.
Los victimizados hermanitos del Estado Libre Asociado de San Luís. Los que no tienen motivos para despegarse. Porque jamás estuvieron pegados.
Pero ni Alberto ni Adolfo, menos aún ningún otro protagonista del “peronismo disidente”, o “federal”, resultan Elegidos, por Kirchner, para la confrontación.
Ni siquiera Narváez, el instrumento que venció a Kirchner. No registra presencia en la pantalla.
Por más que distribuya -Narváez- la profecía habitual. Indica que Kirchner va a ir preso. Por la corrupción. Temática en la que Kirchner superó, por goleada, las nostalgias distributivas del menemismo.
Macri
Para poner un punto final, la indagación indica que, de la complejidad cultural del antikirchnerismo, El Elegido es Mauricio Macri.
Es el enemigo preferido de Kirchner, El Elegidor.
En la ofensiva desesperada de la despedida, Kirchner prefiere a Macri. De lejos, como emblema opositor para hostigar. Es el principal adversario. Ideal para ser corrido desde la franja izquierda. Desde donde, precisamente, prefiere correrlo Kirchner. Mientras los troskos, materialmente dominantes de las comisiones internas y los centros universitarios, lo corren a él. Y peor, lo alcanzan.
Es la razón del exceso antimacrista. El afán demoledor. La explotación obsesiva de las equivocaciones políticas de Macri. El opositor culturalmente conveniente. Porque Kirchner supone -y otra vez se equivoca- que lo va a vencer.
Si se despierta, Macri tiene que aprovechar la condición de Elegido. Por El Elegidor que padece las acciones de su marca -el kirchnerismo-, en el piso. Definitivamente.
En las postrimerías de la bancarrota. La que puede producirle la ansiada residencia en El Calafate. Sede del próximo Puerta de Hierro artificial. Sin preocuparse por ninguna pérdida desgraciada de la libertad.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital
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