domingo, 13 de diciembre de 2009

DERRUMBE



CRISIS BONAERENSE

Scioli se derrumba por la corrupción mientras Balestrini se despega de Kirchner


Por Carlos Tórtora

La obsesión de Néstor Kirchner por la cada vez más probable “traición” del peronismo bonaerense crece día a día. Desde que llegó al poder, el ex presidente operó incansablemente para que el aparato del PJ de Buenos Aires dependiera de Olivos y no de La Plata.

Desde el 28-j, Daniel Scioli encabeza la lista de sospechosos. Quiso despegarse de Kirchner horas después de la derrota de aquél y, a partir de entonces, la presión que ejerció Olivos sobre su gestión fue agobiante. No se le perdonaba a Scioli su acercamiento con la Mesa de Enlace ni sus simpatías por aplicar la mano dura. Pero sobre todo, fue fulminado por haber pactado una tregua personal con Héctor Magnetto cuando Kirchner le declaró la guerra. Tres meses atrás, hubo un serio intento para que el gobernador diera el paso al costado y asumiera como diputado nacional. Ahora el escenario cambió por el desmoronamiento de la gestión provincial, que tiene dos ejes: el escandaloso fracaso de la política de seguridad -que escaló con el caso Pomar- y la aparición en escena de la corrupción. Hay escuchas de conversaciones telefónicas entre Néstor Lorenzo, dueño de la droguería San Javier y otro procesado en la causa de la mafia de los medicamentos, el ex Subsecretario de Salud de la Provincia, Alberto Costa, donde ambos negociaban la compra de una gigantesca partida de Tamiflu, durante la epidemia de Gripe Porcina. La sobrefacturación de esta compra de urgencia superaría largamente el 200% y la responsabilidad por la misma alcanzaría no sólo al renunciado ministro de Salud Claudio Zin sino también al Jefe de Gabinete Alberto Pérez, mano derecha de Scioli. Costa era el cajero histórico del Ministerio de Salud (ver nota) pero en las grandes compras intervenían directamente Scioli, Pérez o ambos. Los pagos de Zin a la droguería San Javier serían apenas la punta del iceberg de una trama de contrataciones sobrefacturadas, no sólo en Salud sino en Seguridad y Reforma Política, entre otras áreas. La salida intempestiva de José Scioli de la Secretaría General tendría que ver, no sólo con las críticas de éste al kirchnerismo, sino con fuertes discusiones sobre las relaciones con grupos empresarios.

Desde hace dos meses, Scioli conversaría personalmente con contratistas y proveedores de su gobierno. Si Oyarbide tira del hilo de la conexión Lorenzo-Costa-Zin, hasta la situación personal del gobernador podría complicarse. En septiembre pasado, su gira privada -y en avión privado- por inmobiliarias de Cerdeña y Toscana habría originado también varias carpetas comprometedoras.

Con la provincia en situación de rojo fiscal, las encuestas por el piso y la población sublevada por la inseguridad, si Kirchner -más Oyarbide- le sueltan la mano, el colapso de Scioli sería casi un hecho. El viernes pasado, aquel amagó con un gesto de rebelión: la designación del ex diputado menemista Javier Mouriño como Secretario General, quien fue vetado en Olivos. En privado, Scioli culpa a Kirchner por sus desgracias. Pero ahora el problema de este último es hasta dónde el colapso del gobernador impactará en la endeble estructura del Frente para la Victoria bonaerense.

El doble filo de Balestrini

El matrimonio presidencial no piensa en darle el gusto a Hugo Biolcatti provocando la caída de Scioli. Pero sí podrían neutralizarlo a través de darle cada vez más juego a Alberto Balestrini. Sin embargo, el Vicegobernador -y presidente del PJ bonaerense- acaba de sorprender, y no gratamente, a Kirchner. La primera sanción de la reforma política en el Senado, con la inclusión de la posibilidad de despegar la fecha de las elecciones locales de las nacionales, fue una maniobra orquestada por el propio Balestrini y el Vicepresidente del Senado, Federico Scarabino. El vicegobernador habría actuado por mandato de los intendentes más “pesados” del conurbano, horrorizados con la idea de tener que subir a sus boletas el apellido Kirchner. El episodio de la reforma política colocó a Balestrini en la lista de sospechosos de Kirchner. El matancero representa un riesgo mayor aún que Scioli, porque tiene poder territorial propio y conduce el partido. Hugo Curto (Tres de Febrero), Raúl Otahece (Merlo) y otros históricos lo critican, pero todos lo respetan. La semana pasada le habrían entregado a Kirchner un informe sobre las elecciones para elegir intendente en Pinamar, convocadas para el 28 de marzo próximo. Allí se elegirá al sucesor de Roberto Porreti, con mandato hasta el 10 de diciembre del 2011. Lo que alarmó al lector del informe de inteligencia es que Balestrini dio instrucciones para que sus seguidores se presenten y ganen la comuna. Pero no con el Frente para la Victoria, sino con el sello Compromiso Peronista. En el feudo de Balestrini, La Matanza, los punteros del PJ tienen órdenes de ir armando la estructura por fuera del kirchnerismo. Por otra parte, no son para nada secretas las buenas relaciones que existen entre Felipe Solá y Balestrini, que tiene un equipo de asesores lleno de ex funcionarios de la gobernación de aquél. Un último dato a tener en cuenta: Balestrini les aconsejaría a los intendentes que no aflojen en su negativa a compartir los fondos del Plan Argentina Trabaja con los grupos piqueteros, cerrándole así el camino a la Ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, para llegar a un acuerdo.

Con Scioli casi en caída libre y Balestrini navegando en el poskirchnerismo, el gobierno se enfrenta al riesgo de la pérdida de control.

Como una suerte de intervención a la provincia, Kirchner imaginaría ahora un nuevo fondo especial del conurbano, al estilo del Fondo de Reparación Histórica de los 90, que administraría Julio de Vido. Así se le restaría aún más poder a la Gobernación, para mantener cautivos de la chequera a los intendentes.

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