jueves, 3 de diciembre de 2009

CÁMARA DESACTIVADA


LA BATALLA EN EL CONGRESO

Diputados: inminente victoria K y desactivación de la Cámara
La batalla por el control de la Cámara de Diputados se empieza se va a dirimir en la sesión preparatoria de hoy y tanto la oposición como el gobierno aseguran que tienen más de 129 votos para imponerse en la definición de la integración de las comisiones. Si el heterogéneo frente opositor tiene mayoría puede optar entre imponer dos de los tres vicepresidentes de la Cámara y el control de la mayor parte de las comisiones o la posición más dura: reemplazarlo a Eduardo Fellner en la presidencia. Con mayoría, el Frente para la Victoria no maneja opciones: se quedará con la mayor parte de las comisiones y con una de las vicepresidencias. Sobre todo, están dispuestos a retener Presupuesto, Asuntos Constitucionales, Juicio Político, Justicia, Legislación, Relaciones Exteriores, Defensa, Trabajo, Energía y Obras Públicas.

El gobierno sabe que, aun perdiendo la mayor parte de las comisiones, igual controlará la Cámara a través de Fellner y la Comisión de Labor Parlamentaria. Pero tiene el problema común a los regímenes autoritarios: cualquier negociación o derrota política equivale inmediatamente a una inevitable pérdida de poder. Gobernar sin Congreso o con un Congreso sumido en el escándalo es un costo que Néstor Kirchner está dispuesto a pagar. Y hasta es posible que el bloque oficialista se niegue a discutir las comisiones e intente delegar el tema en Fellner. Anoche, el shopping oficial se concentró en el bloque de cinco diputados que conduce Graciela Camaño y que podría garantizarle la mayoría al Frente para la Victoria.

Qué se está definiendo

En realidad, este round en Diputados sirve para redefinir el esquema opositor. Hasta hoy, tanto la Coalición Cívica como el Socialismo son funcionales a la Casa Rosada, por su renuencia en ir por el sillón de Fellner y su moderación en discutir sobre las autoridades y las comisiones. Tanto Elisa Carrió como Hermes Binner coinciden tácticamente con Kirchner en la necesidad de debilitar el eje UCR-PJ disidente y la aproximación entre Julio Cobos y Eduardo Duhalde.

La situación de la UCR es compleja: la nueva conducción del Comité Nacional que se elegirá este fin de semana reflejará un punto de equilibrio entre el sector de Gerardo Morales y el cobismo. La designación del ex Ministro de Economía Jesús Rodríguez -cercano al Vicepresidente- como Secretario General, reflejaría ese equilibrio. En Diputados, Oscar Aguad se conformaría con arrancarle al oficialismo la vicepresidencia primera para Ricardo Alfonsín y el control de la mayor parte de las comisiones. Pero no le entusiasma la idea de sacarle el puesto a Fellner. Es que, aun sin el voto radical, el gobierno le acaba de hacer un inmenso regalo al viejo partido. Con la reforma política la UCR se fortalece. ¿Por qué van a precipitar entonces una crisis por el control de la Cámara de Diputados?

Con negociar sobre las comisiones y las vicepresidencias los radicales estarían más que contentos. El problema es que Kirchner no quiere negociar.

El PJ disidente vive otra realidad. El duhaldismo -pese a la moderación de Felipe Solá- empuja la línea dura contra Fellner y Rossi, pero en el camino algunos diputados disidentes terminan arrimados al oficialismo. Cualquier triunfo legislativo del peronismo rebelde sobre el kirchnerismo tendría una fuerza expansiva enorme en las filas de la dirigencia justicialista. La interna peronista funciona como un sistema de vasos comunicantes: los disidentes sólo pueden crecer a medida que los gobernadores y los intendentes empiecen a cambiar de bando. Lo que define es el control de los aparatos políticos provinciales y del conurbano. Mientras Kirchner pueda mostrarse sin fisuras y con capacidad de castigo, este cambio de bando es muy riesgoso.

El triunfo opositor en Diputados, aunque se limite al avance sobre las comisiones, se traduciría en el crecimiento inmediato del eje Duhalde-Cobos. Francisco de Narváez, un asiduo interlocutor del Vicepresidente, reconoció ayer que el proyecto está en marcha. La reticencia de Carlos Reutemann dejó al peronismo disidente sin un candidato presidencial que mida al nivel de Cobos. Un pacto que le asegure al peronismo las gobernaciones de Buenos Aires y Santa Fe y tal vez la vicepresidencia para De Narváez, les garantizaría a los radicales la gobernabilidad que no tuvieron con Raúl Alfonsín ni con Arturo Illia.

Quién paga los costos

A medida que transcurren las horas, las señales apuntan a que, aunque con los números justos, Kirchner lograría una vez más demorar su declinación. Reteniendo el control de la Presidencia y de las principales comisiones, el costo político de la derrota se trasladaría a la oposición. El ciclo de expectativas iniciado el 28-J terminaría así en frustración. Seguramente esta situación agitará las aguas del peronismo disidente. Los radicales, por su parte, tienen el consuelo de contar con la reforma política. La sesión puede terminar en un fenomenal escándalo, que poco le agregaría a la pésima imagen del kirchnerismo que, desde un tiempo atrás, ya ni siquiera intenta salvar las apariencias

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