domingo, 20 de septiembre de 2009

SIN LIMITES


La Nueva Provincia - 20-Sep-09 - Opinión

CRONICAS DE LA REPUBLICA
Los Kirchner traspasan todos los límites

por Eugenio Paillet

Resulta paradójico, en el más benévolo de los casos, que Cristina Fernández vaya esta semana a defender la institucionalidad de su gobierno y las reglas de juego claras para futuros inversores, durante un desayuno que compartirá con un centenar de dirigentes de empresas y hombres de negocios del Consejo de las Américas, en el marco de la visita de una semana que emprendió, ayer, a la ciudad de Nueva York, para participar de la asamblea de las Naciones Unidas y de la cumbre del G-20.

Ella y su marido acaban de traspasar cualquier límite institucional, con el trámite de aprobación en Diputados de la ley de Medios que impulsa el oficialismo, plagado de violaciones a los reglamentos, de denuncias de falsificación de textos y otras miserias políticas que hacen empalidecer a la Venezuela del coronel Hugo Chávez. O con amenazas directas o encubiertas a gobernadores y diputados, sean opositores o del oficialismo, con enviarlos al desierto económico, en el caso de que no apoyaran el texto sancionado, que encierra en su interior la peor amenaza a la libertad de expresión y a la existencia de decenas de medios independientes, a lo largo y a lo ancho del país, de que se tenga memoria.

El caso de los diputados del Chubut, que finalmente apoyaron a mano alzada la ley K, es el más emblemático de este último proceder, y también el más patético. Mario Das Neves se había llenado la boca anticipando un voto negativo de sus legisladores, pero terminó del lado de los Kirchner, en una película idéntica a la que protagonizó en oportunidad de la votación de las facultades delegadas. El gobernador eligió el camino más fácil y terminó acusando a la prensa de una maniobra en su contra, cuando se descubrió que, antes de la votación, su provincia recibió 168 millones de pesos, como parte de una deuda pendiente de fondos para obras públicas que retenía Julio De Vido.

El mismo sayo cabe al santafesino Hermes Binner, quien quedó en el centro de la crítica de los bloques opositores, en especial de sus aliados del radicalismo, bajo un manto de sospecha por la decisión de su bloque de facilitar la aprobación de la ley en Diputados. Y el anuncio por demás adelantado (cuando el texto ni siquiera llegó a la Cámara Alta) de que el senador Rubén Giustiniani votará a favor de la ley.

Lo que llama la atención es que Binner, el socialismo y, en general, los denominados partidos de centroizquierda, como el SI de Eduardo Macaluse y Proyecto Sur de Pino Solanas, apoyaron la ley y la votaron a favor, escudados sólo en el dudoso argumento de que, de este modo, se reemplaza una "ley de la dictadura". No es el mismo criterio que utilizan para dejar como están otras leyes de ese tipo de las que se ha beneficiado todos estos años el gobierno, mientras ellos miraban para otro lado, como la de Entidades Financieras, por citar sólo una. Resultaron patéticos los esfuerzos de Carlos Raimundi y de Claudio Lozano, cuando no los del celebrado cineasta, por defender lo indefendible, apenas subidos a aquel viejo y desgastado latiguillo. O tal vez sea que, en algunos casos, todo vaya a terminar con otro paso de baile al estilo Borocotó, como viene de ocurrir con la kirchnerista, ex kirchnerista y otra vez kirchnerista María del Carmen Alarcón. Raimundi fue mencionado concretamente, el viernes, en pasillos de la Casa Rosada, como el dirigente que podría engrosar en breve tiempo las filas del gabinete. Se verá.

Volvamos a aquel encuentro en los Estados Unidos, antes de avanzar, porque encierra en sí mismo (y como muestra al margen de aquellas tropelías) esa suerte de doble moral que encarnan los Kirchner. La presidenta influyó fuertemente, y logró anular, un encuentro con ese grupo de hombres de negocios convocados por la titular del Council y amiga personal de Cristina, Susan Seagal, originalmente con formato de almuerzo, por el que cada comensal pagó 400 dólares por adelantado y en el que se aceptarían preguntas de los asistentes. Ante la imposibilidad de impedir que la presidenta debiera contestar, justamente, sobre aquellos dramas que preocupan a la comunidad internacional, como la inseguridad jurídica, la falta de institucionalidad y la ausencia total de reglas de juego claras, la diplomacia argentina consiguió, a cambio, un desayuno de trabajo, donde no habrá preguntas y sólo se escuchará un mensaje de Cristina Fernández.

Con preguntas o sin ellas, lo que difícilmente la presidenta podrá tapar en las carpetas de los dirigentes que la esperan es que la inseguridad jurídica de la Argentina, durante su último año de gestión, se plasmó en cifras contundentes y elocuentes, conocidas, en las últimas horas, a través de estudios y análisis privados: la inversión directa en Brasil, durante 2008, ascendió a 48 mil millones de dólares. En la Argentina, a menos de cinco mil millones de esa moneda.

La jugarreta encargada al presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Fellner, para cerrar el paso a una posible intervención del vicepresidente Julio Cobos y su intención a todas luces política de aguarle la fiesta a los Kirchner, terminó por colmar el asombro de los más crédulos.

El jujeño recibió, el jueves, la orden de cajonear el texto con la media sanción de Diputados y no remitirlo al Senado antes de que, desde la Casa Rosada, le avisaran que el avión presidencial con Cristina Fernández a bordo había despegado de Ezeiza rumbo a los Estados Unidos. De ese modo, se evitó que el mendocino, con la ley en la mano, dispusiera, dentro de sus facultades, enviar el texto en análisis a, al menos, cinco comisiones, y no sólo a dos, como es el reclamo de Néstor Kirchner para acelerar el trámite y sancionar la ley nunca más allá del 7 de octubre.

José Pampuro, el presidente provisional del Senado, que, hasta en los últimos tiempos, había provocado que se encendieran luces de alarma, por haber retomado sus visitas periódicas a la cocina del chalet de los Duhalde, en Lomas de Zamora, hizo saber de antemano, por las dudas, que podían contar con su alineamiento detrás de esa escandalosa estrategia.

La jugada para sacar a Cobos de en medio fue tan puntillosa y consumió reuniones enteras de análisis, tanto en Olivos como en la Casa Rosada, que se pensó en extender la ausencia de la presidenta del país todo lo que fuese necesario. Así, apareció, sobre el filo del viaje a los Estados Unidos, una no prevista estadía en Venezuela, para el último fin de semana de septiembre. Una ignota cumbre entre países de América Latina y Africa fue agendada para esos días en isla Margarita. De ser necesario, quedó a la mano, a partir del siempre bien dispuesto amigo venezolano, una cumbre entre Cristina y Hugo, para profundizar las relaciones bilaterales, que ayudaría a retener un par de días más a la mandataria en el exterior. "Si es preciso, la dejamos de vacaciones adelantadas, pero Cleto no se va a sentar a presidir el Senado mientras tratemos la ley", lanzó, más en serio que en broma, uno de los operadores políticos del kirchnerismo que habita en Balcarce 50.

Kirchner ha dicho, la semana última, a sus íntimos que, ahora, la batalla no es sólo contra el diario "Clarín" , sino, también, contra Cobos. No importa si el vicepresidente se vea impedido, en esta oportunidad (no sólo debido a su exilio forzado en la Casa Rosada, sino por la imposibilidad de un nuevo desempate, como en el caso de la resolución 125, porque en el Senado, los números estarían cerrados con alguna comodidad para el oficialismo), de convertirse en otro mal sueño para el matrimonio. El presidente quiere forzar al mendocino a abandonar el cargo y ponerlo en el escenario como el verdadero enemigo a vencer cuando llegue el momento de jugar las presidenciales de 2011.

Cerca de Aníbal Fernández, dicen que, ahora, Kirchner está más decidido que nunca a ser candidato, pero que, además, fantasea con tumbar a su odiado rival mendocino en las elecciones para suceder a Cristina Fernández. Los últimos movimientos de Cobos, sus reuniones con los líderes de la oposición y la carta en la que salió a reclamar consenso nacional y bajar los decibeles de una disputa en la que alguno deberá ceder, para no quedar otra vez al borde del abismo, le provocaron al santacruceño mayores rabietas que aquella tan traumática de julio último, cuando perdió la pelea con el campo y amenazó con hacer las valijas para volverse a Santa Cruz.

Cobos, por cierto, no es inocente, en esta historia. Sabe, como no se cansan de repetirlo en el oficialismo, a través de quienes Kirchner mandó cruzarlo, como Aníbal Fernández, Alberto Balestrini, Miguel Pichetto o Agustín Rossi, que hoy se ha convertido en el dirigente de la oposición que más incomoda al gobierno y a la pareja presidencial. Cobos irrita a los Kirchner más que ningún otro dirigente o que ninguno de los otros desafíos a los que se enfrentan, como la batalla contra los medios o con el campo, la Iglesia y los industriales, o las crecientes acechanzas judiciales que podrían poner al santacruceño a las puertas de algún tribunal, para que responda por su desorbitado enriquecimiento patrimonial y el de su esposa, en los años en que han ejercido la presidencia del país.

Y el mendocino actúa en consecuencia. En definitiva, también le sirve para ir moldeando una candidatura presidencial que pretende erigir por encima de peleas internas dentro del radicalismo, o de embates para que comparta a futuro una fórmula con quienes hoy aparecen como rivales de Kirchner en el peronismo disidente y en sus aliados circunstanciales, como la fuerza bonaerense de Francisco De Narváez o el PRO de Mauricio Macri.

Veamos otro dato que lo pinta. Cobos actuó como lo hizo (ganar los medios con promesas de ampliar a cuanta comisión sea posible el debate sobre la ley de Medios en el Senado) a sabiendas de que el gobierno le preparaba la trampa que después ejecutó Fellner. Sabía, por ende, que su rol, durante los días que vienen, sería el de mirar el partido por televisión, desde su casa o desde el despacho que le tienen asignado en la Casa Rosada para cuando no está Cristina.

Igual avanzó, porque sabe, justamente, que eso es lo que más molesta a Kirchner y que otra vez su figura crece en la sociedad, bajo la aureola de la víctima del autoritarismo y de las escasas formas democráticas de los Kirchner. Una vez más, se ha dicho, en despachos del poder, que el peor enemigo del santacruceño sigue siendo él mismo. Su imagen negativa aumenta en cualquier encuesta, en la medida en que provoca a sus enemigos, como el vicepresidente, o a los medios, o cuando se inventa alguno nuevo. Siempre la pérdida será infinitamente mayor que lo que pueda cosechar en algún sector de aliados permanentes o circunstanciales.

Pero se desilusionaran quienes suponen que puede haber alguna toma de conciencia. "Kirchner no tiene techo; ahora, va por todo", se entusiasmó un hombre de su entorno, después de la victoria en Diputados. Para arrancar, en los días que vienen, tomará formas definitivas su candidatura presidencial. En esa línea, instruyó a su fiel escudero Florencio Randazzo para que envíe al Congreso un proyecto de reforma política para instaurar, antes del 10 de diciembre, el sistema de elecciones internas en los partidos, al estilo de las primarias estadunidenses. Cree que, de ese modo, puede limpiar el camino de rivales internos y presentarse a la batalla por las presidenciales como el único referente del progresismo de centroizquierda contra la derecha que, a su juicio, encarna Cobos. Hará de esa cruzada, prometen en sus cercanías, casi la razón de su existencia, de aquí hasta el momento de ir a las urnas, dentro de dos años.

Lo único que no leerán nunca Kirchner ni sus fanáticos es la realidad de las cosas, que está a distancias siderales de esa percepción de unos pocos encerrados entre cuatro paredes en una alcoba de Olivos

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